África,
tierra de luz y provisión, tierra hermosa donde el hombre se encuentra
un poco más cerca de sus raíces. Tus selvas, inmensos jardines
del Edén, aún guardan la frescura de lo ígneo. Tus
desiertos con sus enigmáticas dunas rivalizan hoy, en encanto y
hermosura, con los mismísimos Kenya y Kilimajaro.
No recuerdo muy bien los años que yo tendría pero no sería
difícil averiguarlo, tantos como cuando don Federico, maestro de
escuela de mi pueblo nos enseñaba geografía del mundo. Y
fue allí donde escuché por primera vez el nombre de kilimanjaro
y nos dijo que estaba en África. Y ¿Dónde esta África
me pregunté yo? Y ¿qué es África? Y fue así
como decidí que lo que yo no viese no existiría para mí.
Debió de ser una de esas palabras talismán que te engancha
y no te suelta ya nunca más. |