Luego de chuparme, entre birra y birra, todos los vídeos de “Al filo” fatigando mi heroico sofá.
Luego de seguir con encendida admiración (y no sin cierta envidia) las hazañas montañeras de mi querido compi A. Porras en Gredos, medité mucho sobre el particular y, finalmente, decidí enfrentarme cara a cara con la montaña. Cara no me faltaba, por tanto sólo quedaba encontrar la montaña adecuada y conquistarla sin mayores miramientos. No obstante, y pese a la sencillez teórica del proyecto, la cosa no pintaba nada fácil pero, como decían en mi pueblo, el que no las unce, no las pica. Así que me lié la manta a la cabeza.
Nunca es tarde, me dije, y, sin concederme tiempo para sopesar la veracidad de tan discutible aserto, adopté la firme determinación de ponerme, ya mismo, a la faena.
Después de descartar las atractivas opciones del K2 o el Nanga Parbat, entre otros ochomiles, por la crisis. Desestimado también el Sistema Central, por no invadir, en desleal competencia, los territorios de Alfonsito. Estudiados, en fin, y analizados metódicamente todos los posibles escenarios de mi resuelto ataque a las alturas, he dado felizmente con la víctima idónea.
Se trata de la cima provincial de Toledo: El Rocigalgo.
Le tomé desprevenido, andaba distraído y un poco atareado con la eclosión primaveral y no me resultó difícil, utilizando el factor sorpresa, hacerme con su cumbre. Cuando se quiso dar cuenta, mis botas de oferta del Carrefour (pagadas con tarjeta. A crédito, por supuesto) ya estaban posadas sobre su cima, y mi codo derecho descansaba, triunfal , apoyado encima de su vértice geodésico.
Dono a la posteridad (y a continuación) la crónica veraz y el testimonio gráfico de la épica hazaña.
LAS CHORRERAS DE LOS NAVALUCILLOS Y EL ROCIGALGO
(Senderismo)
Cuando describí la ruta del “Boquerón de Estena” creía, y así lo dije, que era la única que podía hacerse por libre, dentro del Parque Nacional de Cabañeros. Estaba equivocado.
Aparte de ese delicioso paseo existe, al menos, este otro itinerario que propongo ahora. Si bien el acceso está controlado por personal del parque, el trayecto se puede realizar íntegramente al libre albedrío de cada cual.
El Rocigalgo, con sus 1444 metros, es el monte más alto de la provincia de Toledo y el techo del Parque Nacional de Cabañeros. Estas características, y las excelentes vistas que ofrece su cima, constituyen, quizás, motivos bastantes para hacerle una visita. Pero es que hay más. Mucho más. La ruta que se sigue hacia su cumbre, el valle del Chorro, es uno de los parajes más impresionantes de los Montes de Toledo. En él podemos admirar una selecta y grandiosa muestra de la geología característica de la cordillera, así como de su fauna y de su flora y, además, por si esto fuera poco, encontramos aquí las famosas chorreras de los Navalucillos, donde el agua nos ofrece uno de los más grandiosos espectáculos de los montes.
Se trata de dos cascadas naturales de sorprendente belleza: El Chorro y la chorrera chica. Si la primera impresiona por sus inesperadas dimensiones, la segunda lo hace por el armónico encanto de sus dos trayectorias y el conjunto de ambas nos dejará, sin duda, un magnífico recuerdo de esta excursión y la absoluta convicción de que la caminata mereció la pena largamente. Vamos, pues, al sendero.